Oí una vez responder a Noam Chomsky, preguntado sobre unas polémicas declaraciones (por aparentemente racistas) de un personaje muy conocido, que el problema con esta persona no era lo que pudiera decir o no públicamente, sino lo que honestamente pensaba. Explicaba el profesor, siempre muy activo en su defensa de la libertad de expresión, que todos deberíamos poder opinar libremente, aunque algunas de estas opiniones no nos gusten o incluso nos parezcan ofensivas, como en este caso. Evitar oír aquello que no nos gusta no cambia la realidad. Sólo nos niega la posibilidad de rebatir lo que creemos erróneo, injusto o absurdo.
Conocer la opinión de quienes piensan de forma diferente es importante, pero es algo que simplemente no nos gusta. Es lo que se conoce como homofília: la tendencia a rodearnos de otras personas que comparten nuestras mismas ideas, gustos o valores. Leemos el periódico que nos cuenta lo que queremos escuchar, vemos los debates de la tele en los que los tertulianos piensan igual que nosotros, y tomamos café con aquel compañero de trabajo que dice que sí, que tenemos razón en todo.
Esta tendencia a interactuar con gente que piensa como nosotros es evidente en el “mundo real”, pero ¿ocurrirá los mismo en el “mundo digital”, o por el contrario la aparición de redes sociales como Twitter, donde millones de usuarios pueden compartir con nosotros de forma sencilla y libre sus ideas, nos ha hecho un poco más tolerantes, curiosos o abiertos a debatir con los demás? Afortunadamente, contamos con los datos que nos proporciona Twitter para intentar responder a esta pregunta. Usando la API de Twitter (una interfaz a través de la cual podemos acceder a muchos de los datos que maneja esta red) y un software de análisis de redes sociales como NodeXL, analizaremos cómo interactúan los usuarios ante algunos temas polémicos de estos últimos días.
“Abogados cristianos”
Esta última semana, por ejemplo, “abogados cristianos” ha sido trending topic en Twitter. Si descargamos todos los tuits disponibles a través de la API que hacen referencia al texto “abogados cristianos”, agrupamos a los usuarios en distintos clusters según el grado de interconexión entre ellos, y visualizamos el resultado con NodeXL, obtenemos la siguiente gráfica (en este caso se ha filtrado los usuarios aislados para simplificar la gráfica):
En esta gráfica cada punto representa a un usuario, y cada línea hace referencia a una interacción (una mención, una respuesta o un retuit) entre los dos usuarios a los que conecta. Todos los puntos pertenecientes a un mismo grupo comparten el mismo color. Así, los usuarios de un mismo color, es decir, pertenecientes a un mismo grupo, interactúan muy frecuentemente entre ellos, pero rara vez lo hacen con usuarios de los otros grupos.
Leyendo cada uno de estos tuits comprobaríamos que las opiniones dentro de un mismo grupo son muy parecidas, y difieren de las opiniones de los usuarios del resto de grupos. Así, parece que también en las redes sociales tendemos a relacionarnos con aquellos usuarios que son similares a nosotros.
“12 de Octubre”
En el ejemplo anterior contábamos con datos de un número algo limitado de usuarios e interacciones. Analizaremos ahora una discusión donde participa un mayor número de usuarios. Se trata del debate sobre la fiesta del 12 de Octubre. Usando de nuevo la API de Twitter, obtenemos todas aquellas interacciones disponibles donde se hace referencia a cualquiera de los hashtags sobre este tema que fueron tendencia en Twitter durante el 12 de Octubre. Tratando los datos tal como lo hicimos para el ejemplo anterior, obtenemos la siguiente gráfica:
También en esta gráfica, cada punto representa a un usuario, y cada línea a una interacción entre dos usuarios. Podemos comprobar cómo la discusión se desarrolla principalmente dentro de cada grupo, con algunos grupos interactuando de forma considerable entre ellos. El “mosaico” rectangular a la derecha de la gráfica corresponde a usuarios aislados que han hecho referencia a esta tema pero que no han entrado en discusión con el resto de la red.
Como en el caso anterior, dentro de cada grupo encontramos a usuarios que comparten opinión sobre el tema, interactuando frecuentemente entre sí. Sin embargo, el número de interacciones entre grupos de opiniones muy diferentes es mínima. Éste es el caso de los dos grandes grupos a la izquierda de la gráfica (uno a favor de la fiesta y el otro en contra). Vemos que cada uno de estos grandes grupos interactúa de forma notable con otros grupos más pequeños (formados por usuarios de opinión parecida, pero que se han diferenciado por usar, por ejemplo, un hashtag distinto) pero no con el otro gran grupo.
Si resaltamos en color rojo las interacciones de uno de los grupos más pequeños, vemos como estas interacciones se llevan a cabo sólo con determinados grupos (aquellos grupos cuyos usuarios son afines), y no con otros:
También en este caso, por tanto, se ha dividido la discusión en Twitter en dos grupos principales, de opiniones opuestas, y escaso intercambio entre sí.
Discusiones aparte
¿Nos gusta entonces discutir en Twitter, o rehuimos por el contrario el contacto con aquellos que no piensan como nosotros? Según los datos, nos gusta discutir, pero menos de lo que pensamos. Al menos en el tipo de discusión ideológica que hemos usado para los ejemplos anteriores. En estos casos preferimos, como hemos comprobado, rodearnos de gente semejante, e ignorar los argumentos que no nos gustan. Pero la realidad es más compleja, y existen otros tipos de interacción en las redes, cada uno de ellos con sus propias características.